miércoles, 2 de diciembre de 2015

Arcos, bóvedas y cúpulas

Los arcos son un elemento constructivo en forma de curva donde es capaz de cubrir grandes claros apoyado por  dos pilares o muros transmitiendo las cargas, mediante una fuerza vectorial y oblicua que se denomina empuje. En la mayoría de las construcciones los materiales de construcción son el acero, concreto armado o ladrillos.

Historia

Los egipcios, que preferían la arquitectura adintelada, conocían el arco pero apenas lo empleaban en su arquitectura. El arco más antiguo que se conoce es el de Deuderah, del cuarto milenio a.C. y fue construido en adobe. En Mesopotamia se emplea con asiduidad, sobre todo por los asirios. Hititas y Micénicos, por su parte, empleaban el conocido como falso arco, y los griegos de época clásica apenas lo utilizaban. Es en la etapa helenística cuando comienza a incrementar el uso del arco, y Roma, que aprende la técnica de los etruscos, lo desarrolla combinando dovelas con argamasa o grapas.
Después, en época medieval, el arco se emplea sistemáticamente. Se puede decir, aunque no de una forma dogmática, que en el románico se utiliza el de medio punto y los acabados en punta sean característicos en exclusividad del gótico. En el Renacimiento, y durante el clasicismo, se prefiere el de medio punto, pero también se muestran ejemplos de nuevos tipos, como el arco tudor y el arco mixtilíneo. Ya en época moderna se ha introducido un nuevo tipo de arco, el parabólico.

 
 
 
Las bóvedas son una sucesión de arcos continuos e iguales, como elemento constructivo trabaja como " superficie activa" la forma de su arco es de medio punto la superficie será semicilíndrica. Por otro lado las bóvedas están sometidas a esfuerzos de compresión, transmitiendo empujes horizontales en los puntos de apoyo, hacia el exterior.
 
Las partes que componen una bóveda son prácticamente las mismas que componen un arco, aunque de la bóveda no se puede olvidar ni su muro frontal, pues es el que cierra la propia bóveda en sus partes abiertas o frentes, ni su luneto, la abertura practicada en la bóveda por otra bóveda que intersecciona con ella. De todos modos se facilitan dos imágenes que muestran los elementos constructivos de ambas estructuras.
 
La Bóveda de cañón se genera por el desplazamiento de un arco de medio punto a través de un eje longitudinal. Y, si el arco desplazado es apuntado, la bóveda se conoce como Bóveda de cañón apuntada. Lo mismo ocurre con el arco peraltado, dando nombre a la bóveda de cañón peraltada. Esta bóveda de cañón aparece por primera vez durante las primeras grandes civilizaciones, mostrando unos arcos más profundos de lo habitual, más tridemensionales. Roma la emplea, como muestran las estancias laterales de la Basílica de Majencio, y ya en época románica el uso es sistemático.

 
 
 
 
 

La cúpula facilita espacios amplios, diáfanos, y crea espacios llenos de simbolismo, pues se considera el paso de lo terrenal hacia lo divino, de ahí el interés histórico por una arquitectura que tira hacia arriba, hacia lo vertical. Pero el empleo de la cúpula, hasta el siglo XIX con la llegada de la nueva forma de trabajar los materiales, suponía tener en cuenta su peso y su transición desde su planta (cuadrada u octogonal) a su perímetro circular.